Comaneci se incorporó muy pronto al equipo juvenil rumano. A pesar de su temprana edad, se sometía a más de tres horas diarias de entrenamiento. Era sesiones durísimas, propias de este deporte y de aquella época. No hay que olvidar que en los países bajo el paraguas de la antigua Unión Soviética, el deporte era cuestión de Estado. Era una forma de demostrar al resto del mundo su poder, un resto del mundo con el que apenas se producía contacto alguno. En 1970 se proclamó campeona de Europa juvenil, título al que siguieron muchos más los años posteriores. Nadia tenía un hambre infinito y mejoraba cada día. Tenía un cuerpo perfecto para practicar gimnasia y unas habilidades que quizás nadie más haya tenido nunca. En 1974 se coronaba reina mundial juvenil. Ya lo había conseguido todo en categorías inferiores. Ahora le tocaba el turno de medirse con las mejores.
Con tan solo trece años, Nadia se presentó en los Campeonatos de Europa de Skien,Noruega. Y, aunque todos los ojos estaban puestos en la pentacampeona de Europa, la rusa Lyudmila Turishcheva, fue ella quien acabó acaparando todos los comentarios. Se llevó cuatro medallas, tres de oro, y los elogios de todos los expertos. Había nacido una nueva estrella. Los Juegos Olímpicos de Montreal esperaban en 1976. Nadia cruzó el charco ese año por primera vez y compitió en diversos torneos preolímpicos donde asombró a todo el mundo logrando puntuaciones históricas y arrasando a sus rivales.
En Nueva York, durante la disputa de la Copa América, se convirtió en la primera mujer en conseguir el complicadísimo doble mortal de espaldas a la salida de su ejercicio de asimétricas. Pero lo mejor estaba por llegar. Durante su ejercicio de barras paralelas asimétricas de los Juegos Olímpicos, completó un ejercicio tan perfecto que no dio otra opción a los jueces que otorgarle un diez (10,00). Era la primera vez en la historia de las Olimpiadas que una gimnasta recibía esa nota. Además, se llevó dos oros más, una plata y un bronce. Fue recibida en Rumanía como una verdadera heroína nacional. Se le reconoció como "Héroe Socialista del Trabajo", siendo la persona más joven de la historia en recibir ese galardón.
Tras su hazaña de Montreal, Nadia ganaría algún título europeo más. Muchos anunciaron su final en los Mundiales del 78, cuando apareció fuera de forma y más gorda de lo normal. Pero no fue así. Al año siguiente, se convirtió en la primera gimnasta de todos los tiempos que revalidaba el título europeo tres años consecutivos. Su última gran aparición fue en los Juegos Olímpicos de Moscú, en 1980, donde obtendría dos oros más. En 1984, antes de las Olimpiadas de Los Ángeles, oficializó su retirada tras unos problemas en la mano.
Tras su retirada, Nadia formó parte de innumerables federaciones, comités y organismos. Además, recibió muchísimos galardones y ha dedicado su vida a muchas obras humanitarias. En 1996 se casó en Rumanía con Bart Conner, antiguo gimnasta norteamericano. Hoy en día compagina sus obras de caridad -ha puesto en marcha una clínica para niños huérfanos y es miembro de la Asociación para la Distrofia Muscular entre otras cosas- con sus tiendas de material deportivo y sus obligaciones en la Federación Rumana de Gimnasia y en el Comité Olímpico Rumano.
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